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Imagen tomada de flikr.com. de Ian. |
Hoy toca un clásico, Juan de la Cruz, Un autor al que me acercó un gran profesor de literatura de mi instituto, Antonio Carrillo Alonso. Mi amor por las letras estuvo ahí desde siempre, pero él lo incentivó, y nos hizo vivir la poesía a través de revistas, representaciones, trabajos...
A mí me gusta a veces acercar a mis alumnos a este poema sin decirles el nombre del autor, para que vean el intenso erotismo que desprende, y ver sus caras de sorprendidos al saber que su autor es nada menos que San Juan de la Cruz (yo lo prefiero humanizado, sin el san).
“Noche oscura del alma”
En una noche oscura,
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.
A oscuras y segura,
por la secreta escala, disfrazada,
¡oh dichosa ventura!,
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.
En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía,
sino la que en el corazón ardía.
Aquésta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
a donde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.
¡Oh noche que guiaste!,
¡oh noche amable más que la alborada!,
¡oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el Amado transformada!
En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba
El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.
Quedeme y olvideme,
el rostro recliné sobre el Amado;
cesó todo y dejeme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.
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